Lunes comienza la semana y como todo amigo pescador hay que arrancar con un poco de manija…
Mirando la aplicación del pronóstico marcaba un cambio de temperatura para el fin de semana, captura de pantalla y mensaje a Gonzalo Menoni.
- Gonza: “Ptm, ya sé lo que quieres”
- Tavo: “Noo, solo quería vieras que va hacer unos lindos días”
Algunos mensajes más y chistes hasta que Gonzalo me pasa la ubicación de un lugar. Al abrir esa ubicación me aparece como que lo tenía guardado… Gran sorpresa o ¿será coincidencia?. Un lugar prometedor que había conseguido pero hasta ese día nadie me había querido acompañar hasta que coincidir con otro loco hizo que ese Lunes y el resto de los días de la semana fueran interminables para la salida de pesca.
Preparativos
¿Que llevar?, me preguntaba. Por más que los días iban a ser un poco mas cálidos es imposible que el agua tuviera mucho cambio de temperatura. Apronté señuelos de inviernos, aquellos que bajan bastante, de 2 metros a más abajo y sobre todo los que se mueven (trabajan) recogiendo muy lento. También agregué soft, anzuelos offset lastrados y jigg.
Llego la noche previa a la pesca. La peor noche del pescador, dormir es imposible. Esa voz que al cerras los ojos te dice: -“Mañana vas a mojarte y a pasar frío al pepe“. “Si el lugar es como dicen, debe haber cada dinosaurio”. “El señuelito que te dio tantas alegrías ¿no lo llevas?”. Si esa maldita voz.
Arranca el viaje
Primera parada en la ruta para chequear los kayaks y continuamos. Charlas, mentiras y mates. Al rato Gonzalo se da cuenta que nos pasamos la entrada que le habían indicado, le digo “Tranqui hay una entrada mas pero nos va a quedar más lejos” y seguimos.
Abandonamos la ruta y llegamos a un camino del interior profundo, un camino olvidado. Ese tramo de tan pocos km hacia que el llegar fuera eterno. Se divisaba solo campos y mucha piedra, indicantes de que si el arroyo es de el mismo suelo del campo sería ideal para nuestras tan buscadas tornasoles.
Llegamos, ahora si: “El que quiere pescado que se moje. Para llegar a esa laguna escondida dentro del monte había que pasar cañadas y barro. No se analizo mucho, kayak en mano con un par de caídas por los resbalones y ya mojado hasta las rodillas a navegar.
Siendo las 10:30 de la mañana señuelos tiro a tiro parejos pero hasta ese momento nada… ni un toque. Llegamos al final de la laguna y empezamos a bajar. En instantes Gonza grita: “Ta”… a lo lejos diviso el movimiento de agua al costado de su kayak y el afloje de su caña. Tararira 1 – Gonza 0.
Metros y segundos después otra vez Gonzalo. Esta vez el punto fue de él. Alegría como siempre al ver que ya teníamos una tornasol. Enseguida me toca perder a mí; un toque raro.. sigo recogiendo y la línea que se afloja. Agarra el señuelo y subió a la superficie sin dejarme tensar la línea ni poder clavar. Al llegar cerca de la superficie enviste hacia un costado haciendo girar el kayak y siento que esta es linda cuando trato de cañar el afloje y mi exhalación después de esa adrenalina al saber que se fue.
Ya pegados al mediodía teníamos el tanteador en empate y muy buen porcentaje de pique. Almuerzo y al agua. De repente toma vida esa laguna silenciosa y de agua cristalina; deja de ser un espejo y empieza una actividad que no tuvimos en toda la mañana. Le grito a Gonza pone sub superficie.
No termino de gritar y “pum”… tornasol debajo de las ramas con señuelo sub superficie. Parece que estábamos en temporada. Logramos una pesca constante prácticamente a 30 cm de la superficie. Eso me da la tentación de usar el cicuta de señuelos Rubi, uno de mis preferidos. Visualizamos el posible lugar, cae el señuelo, dos vueltas da manivela y “pum” otra torna.
¿Que más decir?. Un día de locos. Una pesca que para ser finales de Julio nos sorprendió. Nos dio más de 20 tarariras sin contar las peleas perdidas en un lugar alejado de la civilización pero con mucha vida. Ojala que en plena temporada al cruzar mensajes con Gonzalo, nos permita nuevamente “coincidir, por que nos dio buenos resultados”.
Gentileza de Cazadores De Taras
