Solo un mensaje alcanzo. Xavier Rocha, un gran amigo y hermano, me manda un mensaje de texto diciendo que salía de licencia asi que arrancaríamos el 2021 mano a mano en el monte juntos…
Fueron pasando los días y Xavier se encargó de decidir el lugar. Una indecisión tremenda. Yo solo le decía si, que con el debajo de un puente lo disfrutaría igual. Para ahorrar gastos invitamos a Fede Caraballo y a Luiz Manucelo para acompañarme a mi. Decidido el lugar pusimos fecha y el 2 de Enero arrancamos esta nueva aventura, un par salieron del Sur del país y nosotros desde el Norte.
Llegamos con ansiedad, el lugar ninguno conocía. Lo importante era la amistad y disfrutar al máximo esos días. Se montó el campamento y no paso mas de una hora que los kayaks tocaron el agua. El arroyo tenia un nivel de unos 30cm con muchos palos. Mucho pero mucho remo hasta llegar a la desembocadura del arroyo al río. Se veía prometedor pero no hubo pesca.
Segundo día: mate picada y al agua
Si, así nomás. El agua estaba calma hasta que empieza la lluvia de señuelos. Xavi saca la primera, una enorme tornasol, hermosa y luchadora con un señuelo diminuto con cuchara. Emoción, locura y adrenalina, no solo de él sino de todos. Fotos, choque de palmas y abrazos, fue el premio a tan majestuosa pieza.
Lo sigo Yo con una diminuta pero muy peleadora tara que cuando la vieron fue carcajadas de cada uno de nosotros pero no importo para sacar esa foto de la diminuta y la gigante con mi hermano Xavi. Video, devolución y al agua. Un par de ataques más y todos sacaron su primer tararira del año.
“De angurriento nomás” decidimos explorar más allá en un río transformado en lago. El clima estaba complicado por el viento que nos hizo navegar mucho. Hasta una tortuga quiso agarra el señuelo ahí. Retorno con mate, comida al fuego y una terrible idea: tomar parte del campamento base, cargar lo necesario en los kayaks y buscar un lugar ideal para la pesca de la querida hoplias lacerdae.
Al amanecer, charla va y mates por medios, nos miramos y dijimos: “Lo hacemos”. Ninguno dudo. Se empezó a preparar todo y a las 16hs del tercer día arranco la aventura más loca que he hecho. Navegamos sin parar entre los palos por unos 4km. Parada de descanso, “este viejito necesitaba oxígeno jajá”, al agua y a remar. Atravesamos el lago en diagonal, de curva en curva. A eso de las 19hs le digo a Fede: “·Esperemos acá a los demás, organicemosno“.
Ahí en el medio, agarrado de unos palos, nos reunimos y decidimos remar unos 40 minutos más antes que llegue la noche. A nuestra derecha aparece una playa y hacía alla nos dirigimos. Desembarcamos, hicimos fuego, mate y carnada al agua hasta que desde el cielo nos empezaron a tomar fotos, una tormenta se avecinaba asi que rápidamente hicimos las canaletas para las carpas. Con un cansancio indescriptible, Xavi y Yo nos acostamos sin comer. En minutos nos siguió Luiz y por último Fede. La peor noche de mi vida, sin colchón y piso desnivelado, además no dejaba de ver el reloj para que amaneciera.
A las 4:30 de la mañana Xavi amaga a levantarse y salimos los dos de la carpa. Un par de mate y a desarmar la carpa donde las dos princesas dormían. Cargamos, miramos el mapa, coordinamos un punto de llegada y salimos. En una isla, donde no nos daba el cruce por el poco caudal, cruzamos los kayaks por tierra y nuevamente agua. Seguimos hasta una costa de piedra dónde nuestras caras ya eran distintas. Cansancio, desilusión tras probar pescar y no tener resultados.
Los ánimos cada vez estaban empeorando, cada uno tragaba su frustración, no quedaba otra que arrancar y salir adelante. No sabía adónde ni como hacer para alentar a los demás, solo pensaba en eso mientras navegaba. De repente una pequeña barranca con una cañada seca hacia el monte. Me detengo, detrás de mi venía Luiz, me bajo en busca de un baño cuando en esa cañada diviso una laguna detrás del denso monte. Vuelvo agarrar mi equipo y le digo a Luiz: “No cuesta nada probar un par de lances“.
En ese momento llega Fede y clava una taru. Un gran disparador para ser felices. En segundos todos estaban pescando. Al retornar hacia los kayak montamos un picnic. Fede miraba a Xavi que seguía con una mirada triste, creo que conociéndolo se sentía frustrado por qué nos estábamos desilusionando pero no era así. “Nadie nos obligó, nadie nos dijo dónde pescar, somos un equipo. Llegamos juntos nos vamos juntos”.
Fede dice que estaba cómodo para armar la carpa en ese lugar, lo dijo como para ayudar en esa situación pero Yo no lo acepté. Me levanté y dije: “Hay que seguir“. Cargue y salí sin esperar una repuesta. Rio arriba, mirando el paisaje, noto que debajo de una barranca había otra con agua cristalina y que se oscurecía de golpe. No pregunten el por qué, solo se me dio por poner un crank de hoplias que Pablo Alercia me hizo especialmente para mí (baja mucho) y empecé a hacer trolling. Si trolling, nunca hice en kayak, jamás se me habría ocurrido pero lo hice.
Un par de metros, un golpe en mi hombro de la caña, suelto el remo, clavo y erro. La verdad un muy buen pique. Vuelvo a lanzar y nuevamente comienzo: otra vez pique, clavada y mi grito de “pesqué”. Esos locos no sé cómo hicieron pero estuvieron ahí en segundos. Termino de sacar esa tornasol en la costa y todos felices hablando de esa pesca. El ánimo cambio, desde ahí empezamos todos a hacer trolling y hasta compartir señuelos para que las características fueran iguales.
Enseguida todos sacándose fotos, la felicidad que sentí al ver a todos como el día que llegamos: sonriendo y bromeando. Xavi, quien más me preocupaba, ya tenía otra mirada. Curva adelante y veo una playa de arena gruesa. Hablo con Xavi, era el lugar para armar el campamento. Tiramos todo y a pescar. Algunos siguieron haciendo trolling, Yo me puse a hacer bait en las barrancas desde el kayak.
¡Llegamos, era el lugar!
En promedio: cada 10 tiros una tararira, chica… grande…. no importaba. Xavi se sintió tan bien por nosotros que abandono la pesca y se fue al campamento. Los gurises felices, solo los miraba y todos sonreían. Tuve la dicha de estar en el momento en que Fede clava una hermosa tara. Se lo notaba nervioso por la pelea asi que me acerque para darle consejos por qué son de largarnos el señuelo cuando ya pensamos que la tenemos.
Le pedía que no la dejara saltar, que dejara que saque tranza todo lo que quiera. “Quédate tranquilo Fede ya estamos en la costa”, él todavía no se había percatado. Baje y la asegure con el copo. No puedo describir la felicidad, emoción que él tenía, para mí lo fue todo. Él más que nadie se merecía esa tararira… esa pelea. Me sentí como cuando pesqué la primera vez.
Turno para mí de clavar una tararira única. Señuelo banana, estilo tucán pero curvo adelante cromado con rojo (señuelo que en la aventura anterior me dejó un sabor amargo tras perder una hermosa tararira). Dos tiros a una barranca hasta que un sutil, pero firme, golpe en mi señuelo hace que clave y espere: “¿Esta trancado?”. No, arranco la pelea. Solo atiné a ponerme de lado en el kayak y que ella haga lo que quiera, cuando derrepente empieza a subir como un misil. Bajo la caña para que no salte pero fue imposible, quedamos enloquecidos. Un segundo bastó para ver aquella boca gigante abierta de cuerpo gris, panza blanca y esas agallas rojo sangre que volaba sobre el agua.
Que locura por dios!
La dejé pelear. La batalla la hizo siempre en el fondo, nunca la apure. Fede me acompañaba filmando ese momento mientras Yo le describía la locura que era. Fede le dice a Tavo: “Van 4 minutos”, pero para mí eran segundos. En eso empieza a subir dándome la ventaja en la pelea, pero al ver la claridad vuelve a sumergirse y se lleva línea sin parar. Otra vez sube cerca de donde estaba Fede y ahí supe que se venía el salto, no quería perderla. Igual ya había tenido una pelea épica.
Sin tomarse un descanso, sale de la profundidad ese misil hacia afuera. De frente estaba Fede filmando super emocionado. Cae en el agua, dos cabeceadas y panza arriba, se entregó. Ahí es donde dije “Es mía“. Al acercarla al kayak para sujetarla con la grip quiere volver a pelear pero estaba rendida. Sinceramente una tararira única, no por el tamaño sino por lo firme y robusta; se asemejaba a un dorado por la dureza de su musculación.
Le digo a Fede que necesitaba una foto con Xavi, pero no quería llevarla hasta allá asi que no dudo y fue a buscarlo. Lo espere con ella en el agua mientras la admiraba pensando en lo estúpido que somos los pescadores, en lo que sacrificamos, gastamos, etc. solo por estos minutos de peleas con un pez. Llega Xavi y sacamos la foto, necesitaba que mi amigo estuviera ahí, que sintiera que lo que él quería estaba pasando. Que gracias a la locura de ir a esta aventura nos dio su resultado.
Llegó la noche
Otra noche de infierno en el cielo, relámpagos y truenos interrumpían el sonido del entorno dónde acampábamos. No nos preocupó para nada. Risas, fuego y charlas dieron un pasaje al sueño, necesitábamos descansar para al otro día tratar de regresar de la mejor forma posible. Amanece y el río era un espejo. Dejamos todo pronto para salir y le dimos una última vuelta a esa laguna que albergaba en su fondo el “reinado de las tornasoles”.
Probamos muchas veces pero no quisieron despedirse. Arranca el viaje de retorno, más de 25 km para navegar con la corriente a favor pero con viento de frente; solo que está vez nos tomaría de mejor humor para enfrentar las adversidades. Sufrimos solo en las curvas dónde el viento nos frenaba, hasta ahí bien pero al llegar a la anteultima curva (donde ya se convertía en lago) todo cambio. Enfrentar esos palos me fue imposible por la carga, el kayak se me iba hacia la izquierda. Tuve que remar solo a la derecha para mantener el curso.
Ese impulso se hizo eterno hasta llegar a la última curva donde tuvimos la prueba final: olas de hasta 60cm con intervalo de 2 cada 8 segundos. Ninguno dio un plan ni tampoco ideas, solo algo nos dio el último empujón. Algunos las cortábamos, otros solo montaba las pequeñas olas; no podíamos mirar al frente solo enfrentar y mirar hacia abajo, cada golpe eran bombazos de agua en los kayaks. Interminables km pero nunca nadie dejo de remar. Nos incentivábamos el uno al otro para no pensar en la distancia, hasta que llegamos a la entrada del arroyo.
Más tranquilos y descansados hicimos por costa, arrastrando los kayaks, el último obstáculo: los palos antes del campamento base. El fuerte viento entre los palos hicieron imposible maniobrar las ramas que antes se asomaban tímidamente y que ahora, por culpa de las cresta del agua, no se veían. Ya en ese punto me reía ¿que más nos puede pasar?. Al zafar esos primeros palos, entrando al arroyo, me dirigí a un sector en la costa que era de piedras: el lugar perfecto para un baño.
En segundos llega Fede y Luiz, les pregunto por Xavi y me comentan que había perdido la cámara. Sin dudarlo dejo el kayak y empiezo a caminar por el campo, era más rápido que volver a luchar con el agua. Hago unos 200m y veo a Xavi muy lentamente navegando. Llego a la costa y le digo: – “¿Que pasó?“. – “Se me rompió el remo“, me cuenta. Llega Fede por agua y lo remolca. Esa noche fue para que cada uno opinara de lo que vivió con una breve descripción y la verdad nadie pudo hacerla.
¿Pasamos bien? – Si. ¿Sufrimos? – Si. ¿Nos importó?- al final no. Una vez más, para mí, la pesca fue el plus, la que hace que los verdaderos pescadores enfrenten lo que sea por pescar una especie, que hace que en las malas unamos lo humano para ese amigo que quiere rendirse. Hoy agradezco pensar así, la pesca no es competir de quien sacó la más grande, de quien tiene el mejor equipo. Es la que une, que da amigos, la que convierte esos amigos en familia: “Locura y Admiración”.
Es mi descripción, hicimos una locura pero admire a cada uno de estos locos los cual me enorgullezco de que sean mis amigos. Gracias Xavier Rocha, Federico Caraballo y Luiz Manucelo. Un día vivido es una página más a este llamado Libro de la vida.
Gentileza de Luis Gustavo Chappia de Cazadores de Taras