02 Febrero 2020 | Regresando de casi dos semanas de pesca de truchas debo decirle que la pesca no estuvo fácil, había mucha agua…
Pero mucha, a punto tal de tener que rebuscar de castear entre las rosas mosquetas que quedaban tapadas, en ocasiones, hasta la coronilla (algunos conocedores que me encontré allí me dijeron que estaban erogando entre 1.500m 3xseg a 1.800m 3xseg).
Vientos fuertes con ráfagas de 80Km/h, a veces parecia que estaba en Santa Cruz. La segunda semana aflojo el agua pero no tanto el viento. La pesca fue excelente, sobre todo en calidad. Pude dar con buenas marrones y con misilísticas arcoiris pescadas a pez visto con equipo liviano y moscas secas. Una de las pescas que más me gusta.
Para las truchas marrones estuve probando de todo, desde gatos limanyeros hasta pequeñas ninfas en anzuelos #10. En este caso esa marrón migratoria, que apenas comenzaba a adquirir los colores que le otorga su permanencia en el río y que hacen honores a su nombre fue por una Soft Hackle #10 atada in situ esa misma mañana a orillas de uno de los brazos del Limay.
Logre una linda trucha mañanera, colando agua con una limanyera que había atado de cebado a la noche en el campamento. Esas locuras que tiene acampar al lado del agua, sentir el río susurrando y casi diciendote que es lo que tenés que preparar para la mañana del día siguiente.
Quiero agradecer a Marcela Rodriguez, Vasco Huebra, Estanislao Bautista y Esteban Cuella.
Gentileza de Mariano Ravizza