Es cierto que siempre buscamos las condiciones óptimas para la pesca deportiva, nadie lo puede negar. Rogamos a Don Windguru que el viento sea lo más favorable, que sople del cuadrante deseado y que la temperatura sea adecuada para nuestra salida de pesca…
Cuando el Verano nos abandona quedamos librados a merced de nuestro amigo el Otoño, época de transición donde las especies de Verano comienzan lentamente a bajar su nivel de actividad y metabolismo. El Dorado migra hacia el curso principal del Paraná, abandonando los pintorescos ríos y arroyos interiores del delta Paranaense a causa de la baja de temperatura de las aguas y la migración de especies forrajeras que son su principal alimento.
Es una pesca totalmente distinta pero con ese condimento especial que lo caracteriza, y eso fue justamente lo que nosotros vivimos. Esta vez la suerte nos acompañó, despedimos a las últimas tarariras de esta magnífica temporada y seguimos pescando los bellos dorados en ambientes súper técnicos. Le dimos batalla al viento y a la temperatura en constante descenso, dos factores condicionantes a la hora de buscar el éxito en una jornada de pesca de especies cazadoras.
Después de relevar junto al guía Ruly Ferreyra varios lugares con poco éxito, dimos en la tecla.. con “EL LUGAR”. Recibe mayúsculas porque en un corto lapso de tiempo nos prestó sus mejores tesoros. Ágiles dorados comiendo a la salida de un arroyo que descargaba sus aguas y buenas tarariras apostadas en un camalotal adoptando una postura cuasi militar. Atacaban sistemáticamente la mayoría de los engaños utilizados.
Curiosamente hasta pudimos hacerlas tomar varios señuelos de gomas en superficie con una voracidad asombrosa, digna de un día de verano con 20 grados más de temperatura. Una caricia al alma y una muestra gratis de un Verano se va “con gloria y mucho honor” para la pesca deportiva.
Nota y Fotos: Mariano J. Romero – Leonel de Palo
