Orden: Characiformes
Familia: Erythrinidae
Los cuerpos de agua calma como lagunas, arroyos y orillas de ríos densamente vegetados son el hábitat de este formidable predador. Dueña de una coloración altamente mimética, la tararira permanece al acecho a la espera de alguna presa que despierte su apetito, como peces, anfibios y hasta pequeños mamíferos y aves.
Una vez puesta a tiro, el ataque de la tararira es formidable: su redondeada cola y su fuerte musculatura le permiten un rápido ataque, y su inmensa boca poblada de afilados dientes irregularmente distribuidos, a la manera de los cocodrilos, le otorga una potente mordida. Donde es abundante no es raro que varias ataquen a una misma presa, produciéndose disputas entre ellas, lo que explica que frecuentemente se encuentren ejemplares con sus colas parcialmente mutiladas.
Toleran bien las variaciones de temperatura y oxigenación que se producen en las áreas con escasos volúmenes de agua que suelen ocupar. En invierno entran en letargo, aunque es raro que los días claros se acerquen a la superficie a asolearse. Su actividad desciende tanto en los periodos más fríos que se hace posible tomarlas con la mano. Construyen un nido entre la vegetación arraigada. Tanto el macho como la hembra cuidan a los huevos y a las crías.
Fuente: 100 peces Argentinos (Hernan Laita – Gustavo Aparicio)
1 comentario
Pingback: TARARIRAS: Medida Permitida - Senti La Pesca