Sábado 5am y ya tenes todo listo, cañas, reeles, señuelos. Preparas el termo con agua caliente. En ese momento te llega un mensaje al celular: -“Llegamos!!”, la “Nando Banda” esta afuera esperándote para partir rumbo a la guardería…
Durante el viaje, compartiendo los primeros mates, empezamos a pronosticar lo que nos deparará el río. Cantidades, tamaños y especies… con un poco de ilusión y otro poco con humor, ya que como todo pescador, esa felicidad absoluta de niño es la que nos sigue acompañando.
Una vez en la guardería saludamos a los muchachos del lugar y le pedimos que bajen la lancha. El guía esta por arribar y esta mas ansioso que nosotros. Cargamos los elementos de pesca, las bebidas y, claro, no pueden faltar el pan y el hielo para compartir un buen asado por alguna de las islas. Mientras navegamos, matando el segundo termo con la muchachada, el guía nos va contando su pronóstico y lo que él cree van a ser los mejores lugares para poner en remojo la carnada, o para hacer nadar los señuelos. El río estaba creciendo y eso es muy bueno.
Llegamos al lugar indicado, acomoda la lancha y nos indica que armemos las cañas. Hoy los artificiales no salen a la cancha, así que las morenas son clave para una buena jornada de pesca. Me encarna la primera y me dice: -“Eze, vos tira allá, ¿ves la correntada?, ahí. Dale“. Mientras continuaba encarnando al resto de la banda. Antes de que lancen la segunda caña Yo tengo el primer pique y a lo lejos un dorado salta fuera del agua. No es muy grande pero dorado al fin, una foto y al agua nuevamente.
Ya había abierto el marcador y las risas de Juan, Nando y Roque no tardaron en aparecer producto de la rapidez de mi captura. Todos con las cañas esperando ese momento de adrenalina y emoción. Línea de fondo y linea de flote, las morenas en remojo. Vuelvo a tener otro pique, el segundo dorado. Captura media, foto y regreso al agua. El murmullo de fondo de la banda empezaba a ser mas fuerte.
Me salva la campana, Roque había sacado un lindo ejemplar que, según el guía, podría tener un peso promedio de 5kg. Otra foto, y al agua lo que es del agua. La jornada continuó con varios piques mas de Juan, Roque y Yo. Los dorados presentes hacian sentir su gran potencial y voracidad. El guía nos daba las recomendaciones para poder llevar a cabo una pesca óptima, que a mi criterio lleva consigo una pasión abismal por la pesca, en cada pique se transformaba y te daba indicaciones -como un relator de fútbol en una final del mundo- con la finalidad de puedas lograr subir a la lancha lo que traías enganchado enérgicamente en ese anzuelo. Rara vez fallaba. Un show… Que show!
Pasado el mediodía, hicimos una pausa, es hora de buscar un lugar para encender el fuego y hechar la carne sobre las brasas. Una isla es el lugar indicado, bajamos lo necesario para almorzar, y las charlas de lo que hasta ese momento había ocurrido en la lancha no tardaron en llegar. Buen clima, gentre excelente y un clima ideal para disfrutar de esa manera.
Luego de haber comido un buen asado y una excelente picada con todo el grupo, el guía propone realizar un estilo diferente de pesca. Al garete, ancla de capa y a buscar un Patí o la madre de todos los dorados. Ese dorado que tanto pide y sueña el guía mientras mira al cielo. Ya estamos en el lugar elegido, ancla de capa al agua y nos dice que ahora se va a dedicar exclusivamente a Nando. No había tenido suerte en horas tempranas y no quiere regresar a puerto sin que el también tenga esa oportunidad.
Encarne y al agua, las cuatro cañas esperando ese golpe enérgico. Tras dos pasadas, con algo de cansancio encima, Nando se pone de pie mientras lo observamos expectantes. Da un buen cañazo logrando, de manera casi exhausta, la captura de un hermoso Patí. Fotos, video y regreso al agua.
Es hora de regresar. Objetivo cumplido, todos pescaron pero, aún, de no haber sido así nos llevamos a casa ese recuerdo y emoción de lo vivido compartido con gente querida. El sol empieza a guardarse en el horizonte, el sonido del agua y el viento podían apreciarse por el silencio con el que viajábamos. El cruce de miradas lo dice todo, volvemos felices, como niños, eso que siempre fuimos cada vez que tenemos una caña en las manos y lanzamos la carnada al río.
Gentileza de Ezequiel Gonzalez y el guia Pablo Juhal