Como buen pescador de charcos, esta temporada nos viene tratando bastante mal: las lluvias que no cesan hacen que los campos – en lo que va del 2019 – tengan mucha agua y eso sumado a que los que podemos salir solamente los fines de semana no tenemos mucha chance de elegir el día en función al clima…
Si hay algo que nos caracteriza a los pescadores de charcos es que no nos rendimos fácilmente. Si hay que caminar kilómetros con el agua a la rodilla, se hace. Hemos cruzado partes con el agua casi al pecho, por supuesto que no es recomendable emprender estos “placenteros paseos” sin la supervisión de alguien que sea conocedor de estos lugares porque puede ser peligroso. La cuestión es que hay tanta agua que se complica de sobremanera encontrar a nuestras preciadas tarariras.
Conociendo esta problemática, se armó salida igual! Una de mis características como pescador es que muchos me culpan de contagiar este sano vicio de la pesca con artificiales a mucha gente que nunca o muy pocas veces había tocado una caña, y ni hablar de un señuelo. La realidad es que es una práctica atrapante y muchos lo ven como algo elitista cuando en realidad no lo es, acá lo importante es saber dónde buscar. La técnica por supuesto que te brinda ventajas, pero no siempre.
Este último sábado había arreglado con un compañero de trabajo, ya estaba avisado que se tenía que traer ropa “mojable” y “embarrable”. De lo que estoy seguro es que este muchacho nunca imaginó lo que en realidad iba a ser. Minutos antes de las 8 am paso por su casa, desde allí salimos a comprar unas provisiones y salimos. El viento se había convertido en un factor por demás molesto, cuando llegamos a nuestro primer destino la cantidad de agua sumó otro factor que complicaría más las cosas. Ni siquiera pudimos llegar al río… intentamos pescar sobre un cañadón que normalmente no tiene agua y que en esta oportunidad no tenía nada que envidiarle a un riacho correntoso.
Intentamos buscar unos doradillos pero desistimos casi de inmediato porque era imposible. Enseguida activamos el plan B: un zanjón que por rebalse alimenta al bañado. Cruzamos una buena extensión de campo hasta que nos encontramos con un denso pastizal. Caminar por allí era peor que caminar entre el agua, a cada paso el pasto te “abrazaba” casi literalmente y complicaba el avance que se hizo lento por demás. Lo bueno es que llegamos y ellas nos estaban esperando como si tuviesen un premio por haber llegado hasta ahí. El zanjón tenía en su parte más “pescable”, tenía unos 3 metros de ancho por unos 200 metros de largo.
Se pincharon varias, pero el tamaño de las mini tarariras hacía difícil la concreción de la captura. Mi premisa era que Juan concrete su primer captura con artificiales. Los dos estábamos con ranas antienganche de mi autoría, Yo ya había levantado unas 4 y la de mi debutante compañero no llegaba, muchos piques y más de una se le había soltado ahí nomás. El momento de gloria llegó cuando ya la mayoría de las tarariras habían mermado en su actividad, no le dio tiempo a que se escape y la presa hizo lo suyo no dejando que el engaño se escape de sus fauces. Todas las tarus volvieron a su hábitat sanas y salvas. Fue la primera vez que se nos han dado tantas capturas y de tan pequeños portes.
Volveremos por las grandes!! El video de esta salida como de tantas otras estará publicada en el canal de Youtube “Pesca al Golpe”. Saludos a todos, buena semana y buenas pescas!
Gentileza de Christian Andrés López