Conociendo las especies del Delta

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En los ríos viven numerosas especies de peces y algunas de ellas suponen cierto peligro.

PIRAÑAS
Del guaraní pira: pez y raña: diente. Según otros pira: pez y aña: diablo.
Existen 40 especies, todas en Sudamérica, con 5 presentes en Argentina en la Cuenca del Plata. Aunque siempre hubo accidentes aislados en el Alto Paraná, fue a fines del 2013 y comienzos de este año que ocurrieron hechos masivos: 72 ataques en Rosario (Santa Fe), 18 en Concordia (Entre Ríos), 6 en Vicente López (Buenos Aires) y 5 en Garupá (Misiones). Las pirañas (mal llamadas palometas) son unos peces de forma discoidal de unos 30 cm de largo y un peso que media entre el kilo y kilo y medio, con dientes triangulares muy filosos. Van agrupadas en cardúmenes y se reproducen en épocas de calor. Suelen atacar a los humanos en dedos de manos y pies; se sienten atraídas por la sangre que brota de una herida y es allí donde atacan todas. Si bien no provocan en general heridas severas, hubo en estos episodios mencionados tres accidentados de consideración: dos de ellos con pérdida de falange y otro con fractura expuesta. Según los expertos los ataques fueron desencadenados por una combinación de distintos factores: el aumento de la temperatura del agua que habría actuado junto a una bajante del río, la contaminación de las vías fluviales, la disminución de su enemigo natural –el yacaré-, la introducción de peces exóticos (carpa, esturión) que disminuye el número probable de sus presas, y también por represas que, como Yaciretá, aquietan las aguas y las hacen más proclives a su hábitat.

TARARIRA
También se la llama trucha criolla, tornasol, tarucha (español); trairitinga, traíra (portugués); tiger characin, tiger fish (inglés).
Es una especie se encuentra en los ríos Paraguay, Pilcomayo, Paraná, Uruguay medio e inferior, Salí-Dulce, Cuarto, Salado y de La Plata así como en ambientes lénticos de la Provincia de Buenos Aires y en el Iberá. También presente en Perú, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Venezuela, Uruguay, Brasil, Bolivia y Paraguay, frecuenta aguas tranquilas y poco profundas de lagunas, arroyos y orillas de ríos densamente vegetados. Tolera bien las variaciones de temperatura y oxigenación. Posee una boca grande poblada de dientes filosos, mide hasta 50 cm y posee un cuerpo fusiforme, cilíndrico y alargado protegido por una gruesa capa de mucus y por grandes escamas cicloideas. No posee aleta adiposa. Su cabeza es fuerte y ósea; su boca posee dientes caniniformes, presentes incluso en el paladar. Su cuerpo es color café en el dorso y tornasolado con manchas en los laterales y blanco amarillento en la zona ventral, su alimentación: es carnívora, con una dieta basada en peces (pejerreyes, sabalitos, mojarras, dientudos, chanchitas, entre otros). Además consume anfibios y hasta pequeños mamíferos y aves. Sus ataques son raros y esporádicos pero recientemente se produjo uno que padecieron tres bañistas en Misiones. Uno de los accidentes más comunes es poner la mano en el agua desde un bote en juncales poblados por esta especie, donde el pez puede tomarla como alimento que cae al agua o bien actuar en defensa de su territorio. Es muy buscado por los pescadores deportivos debido a su comportamiento agresivo y luchador durante la pesca. Su carne es muy apreciada. A diferencia de otros peces de la cuenca del Plata, las tarariras no realizan grandes migraciones reproductivas aguas arriba de los ríos sino que se reproducen en lugares cercanos a los que habitan. La abundancia de la especie depende del lugar propicio para el desove, condición que es afectada por las fluctuaciones de los niveles de los ríos, principalmente por bajantes muy pronunciadas y por la intervención del hombre con terraplenes, rellenos y canalizaciones.

RAYAS
Existen 4 especies poseedoras de un dardo venenoso en su cola, siendo las más peligrosas el chucho de río y el yaveví.

Entre los pescadores, el dorado, debido a sus dientes y los bagres, al tocar su tóxica aleta dorsal, pueden producir accidentes muy aislados que no suelen pasar a mayores.

Han pasado más de 50 años en los cuáles hemos perdido el placer y el derecho de sumergirnos en nuestros ríos. Sería muy positivo restablecer la descontaminación de nuestras aguas para poder volver a hacerlo.

Extraído del texto de Eduardo Esparrach y del libro “Animales, plantas y hongos de las islas. Una introducción a la biodiversidad del bajo Delta del Río Paraná“. pp. 302 – Editorial Aprendelta – Argentina.
Fotos de Tararira, Cláudio Dias Timm, Eduardo Haene


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Fragmento adaptado por Aprendelta,
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