Y llegó el día, después de varias semanas sin salir me levanté ésta mañana y me dije: -Hoy está para embarrarse., y así fue..
Llegando cerca del mediodía llegue a una de mis cuevas ,el clima estaba ideal, la atmósfera pesad,a nada de viento y una temperatura de unos 26 grados. A lo lejos, en el horizonte, se estaba armando una tormenta así que pensé: – Seguro hoy mis amadas tarus están activas !!. Aunque ya cada vez está más difícil y muchos de los charcos se habían secado.
Arme mi equipo y comencé a castear bien pegadito a la costa sin tener, ni siquiera, un solo ataque. Seguí cambiando de señuelos y avanzando sin tener resultados, la tarde se iba pasando y Yo me imaginaba una salida zapatero !! Creo que una de las únicas a lo largo del año. Hasta que con una cuchara y una rana tuve un ataque. luego de dos o tres intentos logre la primer captura de la tarde que por cierto no era “LA TARU!!” Así que me dije: – No puede ser., y me propuse ir a un lugar que siempre lo miraba diciendo si se pudiera llegar allá!!!
Para llegar a ese claro había que largarse entre los camalotes y el lodo, jamás había visto una señal de que alguien hubiera llegado o dejado una marcar quizás. Así que me acerque a la costa y fui tanteando, no parecía profundo, se sentía firme el suelo, así que pensé: para encontrarlas hay que embarrarse!! Sin pensarlo me largue, caña en mano y mochila, un poco más de 100 m con el lodo al pecho, parecía interminable llegar donde se veía el claro pero miraba hacia atrás y decía: – Ya hice la mitad.
No le afloje y seguí rompiendo camalotes, algunos estaban tan firmes que parecía estar en un colchón inflable, había que romperlos, me hundía, llegaba al fondo y ahí caminaba hasta que por fin llegue a la otra orilla, ya está pero… no fue así (jaja). Al salir me topé con un hormiguero de hormigas coloradas las llamadas: hormigas de fuego, esos que están entre los camalotes, trataron de impedir que llegara pero no lo lograron aunque hicieron un buen trabajo dejándome más de 20 picaduras a la alturas de la cintura.
Llegue al famoso claro y al primer lance obtuve una captura que me lleno de alegría, como siempre por cabala con la rana de mi amigo Cristales Rubi. Luego vinieron varias en superficie con distintos señuelos y para coronar, ya con la entrada del sol y la tormenta arriba, la jornada logré una de las más grandes de la tarde con un señuelo mío artesanal copia de un VML.
Embarrarse, mojarse, sol, mosquito, hormigas, tábanos y horas de caminata tienen su recompensa, nada se compara con esa sensación. Es por eso que aunque suene envidioso el no querer compartir los lugares no es así, solo se trata de que cada uno encuentre su lugar y sepa lo mucho que cuesta llegar para darle el verdadero significado a la pesca con devolución.
Gentileza de Omar Saravi





