Lectores de Sentí la Pesca: Les comparto el informe de la salida que realizamos en Santa Elena, provincia de Entre Rios, organizada por el Sindicato Gráfico para sus compañeros. Aprovechando el fin de semana largo de Noviembre, nada despreciable para una salida de pesca en familia, pusimos rumbo fijo hacia un paraíso de la pesca: Santa Elena, que nos recibió en un prolijo camping municipal con la amabilidad de todos sus habitantes. Buenos servicios para ciento veinte pescadores no siempre son factibles.
Claro que debemos agradecer la colaboración de Horacio Pascuariello en el contacto con Gabriel Olivera, Secretario de Turismo de Santa Elena, y a Daniel Rodríguez por las recomendaciones sobre los guías de pesca. La pesca se dio en todos los ámbitos; de costa sobre el mismo camping, en orillas contiguas, sobre en las islas y asegurada sobre las lanchas.
En distintos portes se dieron paties; dorados; bogas; bagres y armados que hicieron las delicias tanto en la pesca diurna como nocturna doblando las puntas de las cañas. Todas las modalidades servían para encarnar con lombrices; pan prensado; tripa de pollo; de sábalo; morena y mojarrones o bagrecitos obtenidos del propio Río Paraná. Un río crecido que obligó a repartir a los aventureros pescadores sobre las costas inhóspitas de la mano de Lalo, un muchacho nativo y conocedor del río y sus costas.
Párrafo aparte la cordialidad de Alesio Romero, gaucho y yacaré, “Embajador” de Santa Elena. Nos recibió en un abrazo fraternal y nos despidió guiando el camino hasta la propia ruta. Domingo temprano, pegando el sol, partimos en “La Tana II” un comodísimo trucker en busca de los tesoros del río león. Atento observando la costa como si buscara letreros que dijeran “aquí está la pesca”, Alesio, sorteaba las correderas y remansos hasta que ahogó el bramar del motor de marca japonesa, lanzó el ancla, acomodó la embarcación y en vos baja dijo: –Armen y tiren con lo que tengan, acá están las carnadas que gusten usar.
Morenas para los dorados; tripas para los armados. Probé mis líneas armadas según recomendación de Pablo Di Santi, mi pobre experiencia me hacía perder los piques… pero por allá una larga corrida; chillar del reel y ¡ya! Clavada de uno lindo. Saltó una y otra vez para la lente de la cámara cobrando cara su foto; beso de rigor y vuelto al agua. Tras este se sucedieron otros de todos los portes.
Se cortaba el pique, nos movíamos y a otra corredera… así hasta que el sol nos llevó a cambiar de orilla y descansar sobre una verde y viva isla. Importante picada y la reposición de líquido servía como marco para conversar como si nos conociéramos de años. Mis compañeros Gaspar y su hijo, sin poder contener la pasión por la pesca, tiraron las cañas desde la orilla. El Gaucho me acomodo la lancha bien a la sombra para tomar una siesta bajo el concierto mesopotámico del correr del agua; canto de los pájaros confiados y la brisa que pasaba por entre los frondosos árboles…
Después del descanso volvimos, ahora por los armados y bogas quienes dieron el presente haciéndonos corta la jornada de pesca. Se sucedían los piques sin solución de continuidad hasta que el sol se perdió bajo una silueta de montes y primer plano del río. Hora de volver empachados de pique; cordialidad y disfrute que vale la pena volver a repetir. Santa Elena; su río Paraná y sus pobladores: Paraíso de pesca asegurada…
Gentileza de Eduardo Miguel Piccone





