Armamos varas de 3.7m; reeles rotativos;naylon del 0,30 y una salida del 0,50; líneas de un solo anzuelo con baitclip y plomada almeja de 100g. para buscar más distancia encarnando con anchoas y langostinos…
Así comienza el relato del compañero gráfico Gustavo Gilardenhi que nos envió al whats app de Pescadores Gráficos. Iniciando la pesca a las 20 hs en proximidades del balneario Reta, a 4 kilómetros de la desembocadura del río Quequén Salado, fue toda una aventura de soledad y sonidos sordos de viento y mar.
Camaradería entre los pescadores y todo lo necesario para afrontar la jornada nocturna al amparo de un cielo iluminado por los millones de estrellas que los hacía un punto en la extensa lengua de arena que separa la rompiente de la primera línea de vegetación arraigada a los médanos.
Es ese un momento único que el hombre pescador revive parte de su historia obnubilado por la cadencia monótona del mar en un estado de éxtasis el que solo se corrompe con el sonar de la campanilla colgada en el extremo de la caña; la chicharra del reel rotativo o el grito de uno de los compañeros acusando la llevada. Todo es magia; todo es temor, todo es sorpresa.
La pesca se dio tanto en bajamar como en pleamar con poco viento del cuadrante norte y nada de frío que permitía realizar una pesca entretenida entre una cantidad importante de corvinas; pescadillas; brótolas y un destacado chucho que acusó 9,700 kg. Empezando a ver la claridad sin solución, ganando el día la batalla cíclica a la oscuridad. El amanecer el desgaste de una noche despiertos y la pesca obtenida avisaba que esta aventura llegaba a su fin. Acomodaron todos los elementos y emprendieron el regreso con una exhausta sonrisa de triunfador.
Gentileza de Eduardo Piccone





