Por suerte tuvimos la posibilidad de relevar con diferencia de 24hs lugares totalmente diferentes, con condiciones también diferentes y a pocos kilómetros de distancia. Un fin de semana de este tipo nos enseña muchas cosas y afirma otras tantas, las que debemos tener en cuenta a la hora de buscar la pesca de tarariras en lagunas, represas o tajamares con señuelos artificiales.
Primeramente buscamos la pesca el día sábado, visitamos tres represas de gran superficie junto a Marcelo García, Alejandro Morales, Eduardo y Maxi Domínguez (padre e hijo respectivamente). El domingo probamos en tres pequeñas aguadas o tajamares de unos pocos metros cuadrado de superficie, pescamos con engaños tarariras de similar porte junto a Pablo Ferraz, Ricardo (El Flaco) y Emanuel (Manolo) Lujan, también padre e hijo.
DÍA SÁBADO
La pesca del sábado estaba programada para ir a otro establecimiento que cuenta con represas de similar tamaño pero como cada dueño pone sus reglas no pudimos asistir a la primera ya que sus propietarios nos dejan pescar pero cuando ellos no están. Lo que buscan es disfrutar tranquilos en su establecimiento los días que toman vacaciones, cuando no se encuentran podemos ir a pescar tranquilamente con el consentimiento del encargado. Ya que por esta razón no pudimos acudir a dicho lugar hicimos unos veinte kilómetros en moto únicamente para solicitar permiso en otro establecimiento con represas parecidas.
Aquí las reglas puestas por sus dueños fueron diferentes pero tan claras como las anteriores. Sin ningún problema podíamos pescar en cualquiera de las represas, lo único que nos pidieron fue que no tomáramos fotos panorámicas de las represas o del establecimiento para mantener el lugar en discreta reserva. Esto lo mencionamos para que a quien le guste esta pesca y carezca de lugares sepa que se puede solicitar permiso, presentándose y dejando una tarjeta de contacto y aclarando de antemano las preferencias de los dueños. Así que cualquier espejo de agua por el que pasemos es pasible de ser nuestro pesquero de tarariras alternativo, solo hay que portarse bien y el disfrute es mutuo, al punto que en muchos casos se terminan formando amistades.
Primero fuimos a la represa más grande y alejada del establecimiento. El agua estaba algo sedimentada pero lo lindo era que el viento desplazaba el agua más templada de la superficie a la parte más llana de la represa. Caminamos hasta su orilla, armamos los equipos y comenzamos a buscar esas ansiadas tarariras. Un par de horas le dedicamos y lo único vistoso fue un pique que logró Eduardo (el veterano novato) con una cucharilla doble que tomó una tararira, ésta se encontraba tomando sol casi en sus pies ya que la vio salir desde ahí a tomar el señuelo cuando estaba a punto de levantarlo.
Picada mediante (ya que los compañeros no habían almorzado) nos fuimos a la represa más pequeña cerca del establecimiento. Comenzamos probando por la mitad, con señuelos de neta superficie y sub superficie ya que en los primeros 20 metros desde la orilla era un espejo muy llano. Rápidamente logramos algún tímido ataque, la cosa era más auspiciosa que en la represa anterior. Nosotros comenzamos a darle la vuelta en sentido contrario al horario mientras que don Eduardo que a pesar de ser novato en esta modalidad tiene buena parte de “Viejo lobo de Río”, muy tranquilo se mantuvo en el mismo lugar donde comenzó a probar caminando lentamente en sentido horario.
Cuando nos estábamos acercando nuevamente a Eduardo, nos señalaba y gritaba: están acá, están acá! Rápidamente nos arrimamos a él, comenzamos a tirar ranas y ratones en ese sector desde todos lados y en todas direcciones pero solo Eduardo continuaba teniendo piques y no lograba concretar ninguna pieza. Al menos nos mostraba donde estaban las tarariras. Reparamos por un momento en su rana y la única diferencia era su color, totalmente negra. Ahí todos cambiamos por artificiales negros u oscuros y comenzamos a mover alguna nosotros.
Finalmente Maxi logra la primera de la tarde con su rana negra, luego de haber hecho que le picara muchas veces. Tanto es así que salió prendida apenas del labio. El agua en esta represa se encontraba algo turbia y seguramente el contraste del color negro con el cielo claro provocaba que las tarariras detectaran mejor el artificial oscuro. Muchos piques más pero las capturas estaban negadas. Apenas un par más logramos, luego de insistirle mucho en un mismo lugar donde vimos moverse un individuo, a nuestro entender tomaban el artificial por irritación al molestar tantas veces ya que lo que buscaban esas tarariras (en 20 centímetros de agua máximo) era claramente calor y no comida.
Pasamos a la última represa, la más antigua y muy linda por cierto. Realizamos la misma jugada que en la anterior solo que esta vez Maxi se quedó junto a su padre, que a esa hora era como el ecosonda de la barra encontrando las tarariras, el tema era hacerlas tomar bien el señuelo para poder sacarlas, cosa que se estaba negando.
Pasamos una tarde muy agradable, con pocas capturas y pequeñas pero con grandes aprendizajes. En esta época y en esas condiciones rindieron los señuelos oscuros y de haber tenido más pequeños y blandos seguramente habríamos logrado más capturas.
DÍA DOMINGO
El domingo le dedicamos la misma cantidad de horas (también por la tarde) a pequeñas aguadas, muy cerca de donde pescamos el sábado. Cruzamos el campo rumbo a la costa y con el primer artificial que cayó al agua supimos que la pesca iba a ser mucho más auspiciosa que la jornada anterior. Es que apenas tocó agua se movieron dos tarariras tras él. Aclaremos que al arrancar a pescar había muy poco viento y el agua estaba más clara y con mejor temperatura por lo chico del espejo. Varios picotones errados hasta que se me ocurre cambiar por una pequeña mortal fish, accionada apenas por debajo de la superficie. Una pequeña tararira intentó tomarla varias veces a la mortal… hasta que lo hizo con ganas y salió la primera.
Ahí continuamos teniendo piques en superficie pero por lejos el más atacado fue una pequeña Mini Killer de Hoplias Lures color “Morrón” (nombre que le dan los argentinos a los artificiales rojo y negro). Con este artificial Ricardo prende su primera pieza de la tarde y rápidamente se lo da a Manolo para que él tuviera la misma suerte. Este pequeño gran pescador hacía muy bien lo indicado por nosotros, con alguna salvedad, lo cierto es que estaba obteniendo muchos piques hasta que por fin logra sacar su primera pieza, la cual saca en el segundo tajamar a relevar, a escasos cien metros del primero. Resulta que al ser tan chicos los ámbitos y cayéndole cuatro señuelos a la vez, en poco rato movemos todas las tarariras del lugar, generando un estrés que notamos por la calma total de los peces, obligándonos a cambiar de cancha.
¿Será el color nomás? Me preguntaba, cuando acudo a mi caja donde tenía una igual y se la presto al amigo Pablo, quien rápidamente comienza a tener los primeros piques. Sin duda, lo chico en rojo y negro estaba pagando bien. Yo coloco otra mini killer en color azul y no demoro en lograr otra pieza pero me era más difícil conseguir piques. Como me gusta mucho cambiar de señuelos, ir haciendo pruebas y sacando estas conclusiones para luego hacer las notas, cambio por un ratón o ratita marrón. También con este logré captura pero estaba claro que la mini killer en rojo y negro estaba siendo mucho más atacada que el resto.
El común denominador que nos hizo concretar más piezas que en otras oportunidades fue la suave goma de estos nuevos artificiales que además soportan los dientazos sin cortarse, eran apenas pinchazos en esa goma lograda para que resistan los ataques de muchas más tarariras. Por otra parte poseen fuertes anzuelos, con gargantas más chicas que las que comúnmente utilizamos, dando como resultaron señuelos mucho más efectivos. Otra cosa a resaltar es que en esta época se animan más a atacar cuando recuperamos el señuelo de modo muy suave y sin popearlo, cosa totalmente contraria a la que debemos realizar en plena temporada para que tomen los artificiales.
Luego de un rato caminamos otros doscientos metros a otro tajamar. Muchas tarariras se movieron y esta vez algo más grandecitas. Las mini killer continuaban dando piques y piezas y la tarde ya era toda una fiesta. Con esta experiencia llegamos a la conclusión de que en días ventosos es mejor ir a pequeños espejos, los que no por ser pequeños necesariamente tendrán tarariras de menor porte que las grandes represas y éstas dejarlas para días sin viento que nos permitan buscar las grandes que ahí habitan.
Hablando de pequeños, de camino, entre un tajamar y otro hay un pequeño pozo de 15 metros de diámetros al cual nunca le dimos mayor importancia pero cuando pasábamos caminando le tirábamos algún señuelo por las dudas. Cuando ya nos veníamos, Manolo ve una tararira cazando en uno de los extremos de dicho pozo y va en su búsqueda. Con nueve años ya sabe si lo que se mueve en el agua es o no una tararira. Logra que tome varias veces el artificial pero medio mal posicionado para cañar no consigue pincharla y se le fue un par de veces.
Más tarde, por las dudas todos nos pusimos a tirar señuelos en dicho pozo. Ricardo ve en el otro extremo otra tararira, la que se movió por nuestra presencia. Todos le tiramos los señuelos encima y nada. Manolo resuelve ir al otro tajamar pero arrastrando el señuelo por la orilla. Ahí, mientras caminaba, una linda bicha casi le saca la caña de la mano, la peleó en la orilla pero como la tenía muy cerca chapoteó mucho hasta que se fue. El joven pescador, sin darse por vencido, continuó tirando la mini Killer amarilla y negra una y otra vez hasta que la hace atacar nuevamente logrando la mejor pieza de la tarde.
Todos muy contentos por la pieza del pequeño!! Luego continuamos pescando otro rato consiguiendo más de lo mismo, sin dudas el broche final fue la pieza mayor del menor de la barra!!
GENTILEZA DE: Miguel Tripani – Revista Uruguay Aventura
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