Mi historia de hoy, como les comenté era justificar 9 días de pesca de 10 que estuve en la laguna, de contarles por qué siempre estoy con una sonrisa, de porqué me levanto cantándole a la vida todos los días, con o sin problemas pero siempre haciendo lo que más me gusta…
Llegó entonces el Sábado, y con ello la excursión de Oscar de “CASA MAR DE AJÓ”, flamante negocio de pesca de Capital Federal que hace una salida por mes y a veces dos a Estancia Los amigos en Junín. Tendría el honor de llevar en mi tracker a Oscar junto a 4 pescadores más y los otros trackers fueron los de Beto Giorgini, Claudio Visentin y Hugo Violino – guías y compañeros de trabajo -. Con Beto decidimos salir en tándem hacia el lugar elegido que era algo lejos y al no haber señal en la zona, por prevención era mejor estar acompañados. Mi grupo estaba compuesto por Oscar – el organizador -, su sobrino, un adolescente llamado Lautaro, su abuelo y Jorge. Cinco personas que tendría que hacer pescar prolijo para que no haya enredos en el garete.
El día se presentó frío a la mañana y con poco viento, diríamos que una brisa que hacía difícil manejar el garete ya que al tener un lecho irregular a veces se anclaba el muerto (peso que se pone para que la embarcación vaya más despacio y de costado). Decidí no pescar y ayudar a los pescadores aparte de cebarles unos buenos mates para campear el frío de la mañana. La pesca estuvo buena a la mañana en calidad de pescado pero el peje comía mal por el frío.
Lautaro – el nene del grupo – se puso al lado mío mandado por su abuelo para que le enseñe los secretos de la pesca de flote ya que nunca había pescado. Le puse una de mis líneas, le presté mi caña y no fue más que lanzar el 1º tiro para que saque un lindo peje… luego vino otro y otro mas, fue uno de los que mas pescó! El otro muchacho, el sobrino de Oscar, se encargó con otra de mis líneas de sacar los mas grandes de la jornada y en cantidad. Así fue pasando la mañana, entre capturas y muchas erradas, hasta que cambiando de lugar unos 1000 metros, a la tarde lo encontré acardumado.
Nos quedaban solo 2 horas así que como ya los muchachos se desenvolvían solos, armé la caña para ayudarlos en algunas capturas mas. En total contabilizamos unas 100 piezas y a las 16,45 hs. dimos por finalizada la pesca ya que el regreso era largo. Disfrutamos de la navegación y las fotos de rigor, luego de la entrega de premios se fueron muy contentos prometiendo volver y disfrutar otro día juntos.
Se fue la excursión y justo sonó el teléfono: eran dos clientes mandados por la prestigiosa casa de pesca “El Jabalí” de Caseros por intermedio de Pablito Lozano, como un hijo para mí y su padre Juan Jose Lozano un gran amigo..