Una figuración me atraviesa cada vez que visito esta histórica ciudad santafecina que cultiva una profunda relación con el río “que parece un mar”…
Con ganas de pescar dorados y tarariras con moscas pusimos en marcha con Ale Nocetti y Cristian Iglesias. El plan era visitar los pesqueros cercanos a la gigantesca urbe. El primer paso lo dio Ale que lideró la logística y contactó a Daniel Demaria. Tras confirmar el guía la fecha vacante y actividad de dorados en el río, solo restó devorar los casi 300km de asfalto que nos separan desde Capital Federal.
Una vez arribados a la bajada de lancha acordada nos dispusimos a preparar nuestros equipos, todavía iluminados por los primeros bostezos de luz del amanecer. Elegimos para los primeros tiros streamers negros combinados con algún color llamativo. La primera escala fue la zona portuaria, que como no tuvimos ataques en nuestras moscas decidimos adentrarnos a los riachos aledaños e ir probando la actividad en los palos hundidos.
Cada uno de nosotros quería demostrar calma y paciencia pero por dentro la ansiedad de pinchar algún dorado empezaba a crecer. La altura del río repuntando favorecía la formación tanto de correderas como de aguas nerviosas en bocas y arroyos angostos, lugares que resultaron ser los más productivos para pescar doradillos. Cristian abrió la cuenta pescando los primeros juveniles manteniéndose firme con su mosca grande color negro. Ale enseguida lo secundó y los piques se empezaban a suceder dejando derivar la mosca mientras se barría toda la corredera. Luego fue mi turno de recibir respuestas manteniendo mi elección y jugándomela con streamers más chicos que no superaban los 12cm de color plateado o dorado.
Las aguas transparentes y el sol vivo me invitaban a mantener ese tipo de moscas que imitan a la perfección un fornido mojarrón o alevino de sábalo. A la vera de una encrucijada de chorros de agua nos apostamos a la sombra para degustar vinos que acompañaron una picada previa a plato principal: matambre de cerdo con barbacoa casera y chorizos de cerdo al roquefort. Sobremesa, chistes y brindis quedaron atrás para continuar la recorrida de riachos hasta que dimos con uno que nos obsequió el mejor salminus del día.
Pude pincharlo al segundo strip, a pesar de estar usando un equipo potente la pelea fue dura, el pez se asentaba muy bien en la corredera y usaba esto a su favor para oponer mucha más resistencia. Daniel lo copeó y Ale pudo sacarle unas excelentes fotos antes de que liberemos en buenas condiciones al bello ejemplar. La tarde se nos iba cayendo más rápido de lo deseado así que fuimos emprendiendo el regreso a puerto tocando nuevamente algunos points que habíamos hecho por la mañana pero sin respuestas firmes. Los intentos a las tarariras nos quedaban de paso y no los podíamos evitar así que cambiamos streamers por poppers y ratones con antienganches para tirar sobre bajíos son plantas en superficie.
No más de media hora bastaron para apreciar que esas aguas están realmente infectadas de hoplias agresivas. Varios piques en pocos tiros marcaban el punto de ebullición de los desbordes. Un dato no menor a tener en cuenta y que merece una mención especial a la hora de abordar este tipo de pesca con vadeo, es el cuidado que hay que tener para no pisar alguna raya que se encuentra tomando sol en la orilla. Si la altura del río se mantiene subiendo las aguas de estos pesqueros se van a volver una tentación difícil de resistir para los amantes de la pesca con mosca y los artificiales.
Buenas pescas y hasta pronto!
Gentileza de Cristian, Ale (fotos) y Jackall (texto) | | Nota publicada en la Edición 65 #Online #SentilaPesca de #Diciembre
